sábado, 4 de mayo de 2013

El revés de las lágrimas

Y ella sale como huyendo del toldo (huyendo de qué...). Mejor así, se dice Lucio, no puedo hablar ni pensar cuando la veo. ¡Qué debilidad extraña, la blandura en los huesos, como un líquido hirviente me corre bajo la piel, quiero hablarle, tocarla, confortarla, pedirle, preguntar, preguntar, preguntar, escuchar hasta extenuarme, protegerla, prometerle, decirle que nunca más. No es la pasión baja ni el aire picante en las mañanas de invierno, es el fogón.

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